A fuerza de mucha compañÃa, los hermanos erguidos terminan atrapando… En medio de las multitudes de la gran ciudad era en mitad del hayedo. Marchar pero sobre todo dar gracias a Dios porque el viaje fue bien, cruzar el umbral de tu casa de nuevo con la satisfacción de la misión cumplida. Salir, pero sobre todo volver, saborear inmenso sosiego tras el ajetreo, deshacer mochila, reunir ramas secas, llamar a la pareja y la familia, abrazar a los vecinos y descubrir sus sonrisas al sacar la “tau franciscana†de AsÃs para colgar en sus pechos. Amo viajar, conocer mundos y gentes, pero empiezo a disfrutar más abriendo la puerta de mi casa tras todo ello. Nadie cargará el té como a ti te gusta , ni le pondrá la pimienta y el clavo en tu proporción, nadie sabe de la música que quiere llegarse a tus oÃdos… Hemos conocido almas maravillosas. No hubieran sido ahora en mi interior si no me hubiera separado de la llama. Ahora tengo el fuego y el recuerdo de esos seres extraordinarios. Ahora cargo con experiencias que se me revelan imprescindibles. Todo me alimenta y me calienta, todo se reúne en este hermoso instante que es un continuo, incesante y profundo dar gracias a Dios. Seguiremos preparando ligeras mochilas, pese a la creciente pereza de alejarnos de la llama. SÃstole y diástole, viajar y volver, nacer y morir, vivir la experiencia en la Tierra y retornar al verdadero Hogar en los Cielos. Nos gane el Ritmo y su alternancia, imprescindible y siempre reveladora enseñanza. Artaza 16 de Abril de 2024 |
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